Creemos que es importante aclarar por adelantado que cuando decimos que no nos recuperamos del duelo o experimentamos una “recuperación del duelo”, NO queremos decir que no nos recuperemos del intenso dolor de la pérdida. Es importante que todas las personas en duelo -a pesar de su pérdida y sus experiencias- crean en la esperanza de la curación. Nadie debería esperar vivir con la angustia asociada al duelo agudo para siempre.
Creemos que el duelo abarca algo más que el dolor. Creemos que con el tiempo el duelo cambia de forma e implica muchas experiencias y emociones diferentes – algunas de estas experiencias pueden ser dolorosas – como un hito o el aniversario de la muerte de un ser querido – pero algunas de ellas pueden ser reconfortantes – como los recuerdos cálidos y el papel duradero que su ser querido desempeña en su vida.
Tengo que decirte que, ante una pérdida importante, no nos “recuperamos” del duelo. Sí, estoy usando el “nos” porque tú y yo formamos parte de este círculo. También tengo que decirte que no recuperarse del duelo no te condena a una vida de desesperación. Permíteme tranquilizarte, hay millones de personas ahí fuera, ahora mismo, viviendo vidas normales y llenas de sentido a la vez que experimentan un duelo continuo.
Todas las cosas que has oído sobre superar el duelo, volver a la normalidad y seguir adelante, son interpretaciones erróneas de lo que significa amar a alguien que ha muerto. Lo siento, sé que los seres humanos apreciamos cosas como el cierre y la resolución, pero el duelo no es así.
Esto no quiere decir que la “recuperación” no tenga cabida en el duelo, simplemente hay que redefinir de qué nos estamos recuperando. Recuperarse” significa volver a un estado normal de salud, mente o fuerza y, como muchos podrían atestiguar, cuando alguien muy importante muere, nunca volvemos a la “normalidad” anterior a la pérdida.
La pérdida, la persona fallecida, nuestro dolor… todo ello se integra en nuestras vidas y cambia profundamente nuestra forma de vivir y experimentar el mundo.
Lo que sí se recupera, es el nivel de emoción intensa, estrés y angustia que una persona experimenta en las semanas y meses siguientes a su pérdida. Así que quizá nos recuperemos de la intensa angustia del duelo, pero no del duelo en sí.
Podría decirse que me estoy enredando en la semántica, pero a veces la semántica importa. Sobre todo, cuando se trata de describir una experiencia que, para muchos, es desconocida y aterradora. El duelo es una de esas experiencias que no se comprenden del todo hasta que se experimentan y hasta ese momento, todo lo que una persona tiene es lo que ha observado y lo que le han contado.
Las palabras que utilizamos para etiquetar y describir el duelo son importantes y, en muchos sentidos, nos han metido en problemas durante décadas. En el contexto del duelo, palabras como negación, desapego, no resuelto, recuperación y aceptación (por nombrar algunas) pueden interpretarse de muchas maneras diferentes y algunas de estas interpretaciones ofrecen falsas impresiones y falsas promesas.
Freud: Cita del duelo
El duelo continuo es normal, no disfuncional. Tampoco es disfuncional experimentar pensamientos y emociones desagradables relacionados con el duelo de vez en cuando, a veces incluso años después. Los seres humanos están destinados a experimentar ambos lados del espectro emocional, no sólo la mitad cálida y difusa. Como personas en duelo, esto es especialmente cierto. Donde hay cosas como amor, aprecio y buenos recuerdos, también habrá tristeza, añoranza y dolor. Y aunque estas experiencias parezcan opuestas, podemos experimentarlas todas al mismo tiempo.
Claro que la gente puede presionarte para que dejes de sentir el dolor, pero esto es erróneo. Si el dolor siempre existe, tiene sentido, porque nunca llegará un día en que no desees un momento más, una conversación más, un último hola o un último adiós. Aprendes a vivir con esos deseos y a aceptar que no se harán realidad -no aquí en la Tierra-, pero sigues deseándolos.
Y permíteme que te asegure que experimentar dolor no niega el potencial de curación. Con un afrontamiento constructivo y quizá un poco de apoyo, la intensidad de tu angustia disminuirá y tu curación evolucionará con el tiempo. Aunque habrá muchos altibajos, con el tiempo llegarás a un punto en el que tendrás tantos días buenos como malos… y luego quizá más días buenos que malos… hasta que un día descubras que los días de dolor son pocos y distantes entre sí.
Pero el dolor siempre está ahí, como una vieja herida que duele cuando llueve. Y aunque esta perspectiva pueda asustarte en los primeros días de duelo, creo que con el tiempo descubrirás que no lo harías de otra manera. El dolor es una expresión del amor: ambas cosas crecen de la misma semilla. El dolor se convierte en una parte de cómo amamos a una persona a pesar de su ausencia física; nos ayuda a conectarnos con los recuerdos del pasado; nos une a los demás a través de nuestra humanidad compartida, y nos ayuda a tener perspectiva sobre nuestra inmensa capacidad para encontrar fuerza y sabiduría en los momentos más difíciles.