La ansiedad en la pérdida

Piensa en algo que te dé miedo. Quizá la idea de dar un discurso ante una multitud, hacer un examen, pedirle una cita a la persona que te gusta o saltar de un avión. Aunque casi nunca tengas miedo, todo el mundo lo tiene.

Ahora piensa en los pensamientos y sensaciones que sueles experimentar justo antes de hacer esa cosa que te asusta. Puede que tu estómago empiece a dar volteretas, que tu corazón se acelere o que tu respiración se acelere. Tal vez tus pensamientos empiecen a repasar los peores resultados posibles y pienses…

“Aún estoy a tiempo. Todavía puedo huir de esta situación”.

Sabes de lo que hablamos. Incluso las personas más valientes sienten miedo y ansiedad, sólo que saben cómo navegar por la experiencia de forma más fluida que la mayoría.

Muy bien, ahora tómate un segundo y piensa en un momento en el que experimentaste pensamientos y sensaciones de miedo y ansiedad en tu duelo. Tal vez no se trate de un momento especialmente traumático, sino de un período prolongado en el que experimentaste una aprensión continua y preocupación, sobre preocupación, sobre preocupación.

Las personas experimentan ansiedad tras la muerte de un ser querido por una serie de razones y, lo has adivinado, hoy nos gustaría hablar de algunas de ellas.

Después de la muerte de un ser querido, puedes experimentar ansiedad porque:

Estas tratando de evitar pensamientos, emociones y memorias que no son placenteras.

Probablemente debamos empezar hablando de la evitación, pues el acto de evitación está implicado en la perpetuación de todos los escenarios siguientes. Cuando hablamos de evitación en el duelo, normalmente nos referimos a la evitación experiencial.

La evitación experiencial es un intento de bloquear, reducir o cambiar pensamientos, emociones o sensaciones corporales desagradables. Se trata de experiencias internas que se perciben como dolorosas o amenazantes y que pueden incluir miedo a perder el control, sentirse avergonzado o sufrir daños físicos, así como pensamientos y sentimientos como vergüenza, culpa, desesperanza, falta de sentido, separación, aislamiento, etc.

Aunque el duelo siempre es desagradable e incómodo, para algunos hay aspectos que realmente parecen amenazantes y estas percepciones pueden llevar a intentos de controlar o evitar los sentimientos y reacciones atemorizantes. Aunque la evitación puede ser útil en determinados escenarios, para muchos puede convertirse en un ciclo dañino que persiste en detrimento de la curación personal.

Muchos piensan erróneamente que si se esfuerzan por evitar sus sentimientos durante el tiempo suficiente, estas emociones desagradables se mantendrán a raya o se desvanecerán, cuando en realidad los intentos deliberados de suprimir ciertos pensamientos a menudo hacen que sea más probable que afloren. La evitación es un factor importante en el desarrollo y mantenimiento de la ansiedad.

Es una respuesta aprendida.

Puede haber elementos de la muerte de tu ser querido que, en el momento, percibiste como traumáticos y aterradores. Una de las vías más rápidas para adquirir miedo y ansiedad hacia un objeto o situación es a través de una experiencia directa y negativa.

Cuando ocurre algo traumático, los pensamientos, emociones y sensaciones experimentados en ese momento pueden asociarse a objetos y situaciones relacionados con el suceso. Los psicólogos llaman a este fenómeno Condicionamiento Clásico.

Un ejemplo: a un padre le suena el teléfono a las 5 de la mañana y la persona que está al otro lado le dice que su hijo murió inesperadamente en un accidente de coche la noche anterior. Antes de ese momento, si el teléfono sonaba por la mañana, el padre no se lo habría pensado dos veces, pero ahora, cada vez que suena antes de las 8 de la mañana, siente una oleada temporal de pánico.

Muchas personas pueden señalar al menos una cosa que, desde su pérdida, les hace sentir ansiosos como nunca antes.

No confías en tu capacidad de afrontarlo.

Una persona también puede experimentar ansiedad si tiene poca confianza en su capacidad para hacer frente a sus emociones, ya sea porque siente que sus habilidades de afrontamiento no son suficiente o porque siente que no puede controlar sus emociones. Como señalan Abramowitz, Deacon y Whiteside (2012),

“Los pacientes clínicamente ansiosos suelen subestimar su capacidad para controlar o hacer frente a las amenazas percibidas, así como su reacción de miedo ante tales amenazas.”

Aunque solo algunas personas experimentarán la ansiedad que se consideraría “clínicamente ansiosa”, es normal sentirse ansioso al experimentar nuevas emociones, desencadenantes de duelo y recuerdos dolorosos.

No quieres tener la guardia abajo.

Existe una teoría interesante propuesta por Michelle Newman y Sandra Llera (2011) para explicar la preocupación y la evitación en el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) llamada Modelo de Contraste-Evitación. Newman y Llera (2011) teorizan que las personas con TAG, “…utilizan la preocupación como una estrategia de afrontamiento porque prefieren sentirse crónicamente angustiados con el fin de prepararse para el peor resultado, en lugar de experimentar un cambio de un estado positivo a una emoción negativa.”

Newman y Llera (2011) señalan, que la preocupación que precede a un acontecimiento negativo proporciona protección para no experimentar un aumento drástico de las emociones negativas cuando el acontecimiento sucede. Esto tiene sentido si lo piensas porque nuestra sociedad promueve la preocupación todo el tiempo. Decimos cosas como “prepárate” y “no bajes la guardia”, lo que se traduce en “no dejes que ocurra algo malo cuando menos te lo esperes”.

La mala noticia es que al prolongar este tipo de comportamiento, seguramente seguiremos re-experimentando el dolor, pues solo estamos ignorando lo inminente: la pérdida duele, y debemos llevar a cabo un duelo para poder superarla.

Así que no tengas miedo, permítete sentir todo el mar de emociones que conlleva una experiencia tan fuerte como una pérdida, pues es el único camino por el cual encontrarás la luz. Confía, eventualmente lo harás.



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